CIENCIA POLÍTICA, Isidro H. Cisneros

Isidro H. Cisneros

Definicion

La ciencia política es aquella parte de las ciencias sociales que estudia con una metodología empírica los fenómenos políticos. La ciencia política es conocimiento empírico orientado a la formulación de teorías de alcance medio y, en consecuencia, el conocimiento politoló- gico es un saber aplicado. Para que la política pueda presentarse como ciencia debe cumplir con los siguientes requisitos metodológicos: a) evidenciar regularidades; b) someterse a la verificación; c) elaborar técnicas de observación y registro de datos; d) sistematizar los conocimientos adquiridos cuantificando y creando tipologías, y e) en cuanto ciencia, la política debe distinguir los valores de los hechos. Por lo tanto, para que el estudio de la política adquiera un estatuto científico debe cumplir con ciertos cánones metodológicos propios del conocimiento empírico, dentro de los que destacan la observación, el control y la acumulación de los datos. De esta forma, en tanto que la ciencia, en general, representa una empresa colectiva fundada en la verificabilidad y la controlabilidad, la ciencia política, en particular, manifiesta objetivos esencialmente analíticos y descriptivos. 

El método primordial en el análisis politológico es el método comparado, que es parte integrante de la metodología de las ciencias sociales en general. Es importante tener presente que la palabra "comparado" se refiere a un método de estudio y no a un cuerpo sustantivo del saber. A diferencia de las ciencias naturales que establecen relaciones invariables de validez universal, en las ciencias sociales, y concretamente en la ciencia política, no existen leyes ni teorías generales; no existe un único ideal científico y además se encuentra presente una gran diversidad metodológica. De esta manera, el objeto de estudio de la ciencia política se encuentra representado por los aspectos institucionales —formas de gobierno, sistemas de partido o sistemas electorales—, así como por los aspectos del comportamiento de los individuos que inciden en la realidad política —votaciones, participación política, formación de los movimientos colectivos, cultura política, opinión pública o procesos decisionales—. Analizar y explicar de forma sistemática las operaciones, la estructura y el funcionamiento de las instituciones de gobierno, así como de los procesos de cambio político, son una tarea primordial de la ciencia política.

Historia, teoría y crítica

La disciplina nace en Europa a finales del siglo xix y encuentra su desarrollo más consistente en los Estados Unidos después de la segunda Guerra Mundial. El texto clásico que marca el nacimiento de la ciencia política es el famoso tratado Elementi di scienza politica, escrito por el estudioso italiano Gaetano Mosca, que vio la luz en 1896 en Turín, Italia {La clase política, 1984). En esta obra Gaetano Mosca formula, por primera vez y de manera integral, uno de los conceptos más representativos de la ciencia política: el término clase política. Mosca pertenece a la tradición realista de la política según la cual es posible estudiar la formación, la organización y las funciones que desempeñan los grupos dirigentes en una sociedad. La obra de Gaetano Mosca ofrece indicaciones válidas para el análisis de los elementos constitutivos de los mecanismos del poder. Mosca propone una función práctica para la ciencia política y sobre estas consideraciones establece las bases para el estudio empírico de la política. Estas reflexiones serán retomadas y desarrolladas más tarde por otros autores importantes como Vilfredo Pareto o Robert Michels, quienes contribuyen a formar el estatuto científico y metodológico que actualmente posee la disciplina. Otro dato para reafirmar la fecha de nacimiento de la ciencia política es 1880, cuando da inicio por primera vez y de manera formal en una universidad de los Estados Unidos, la Columbia University, la enseñanza de una nueva cátedra denominada a partir de entonces Political Science. Desde esa fecha y hasta nuestros días mucho se ha dicho acerca del estatuto científico de la ciencia política. Debemos recordar el accidentado camino que la ciencia política ha recorrido desde sus ambigüedades e incertidumbres iniciales hasta los análisis más recientes acerca del método científico que la caracteriza. Originalmente existía una sobreposición de campos de estudio, por lo que la ciencia política se desarrolló apoyándose sobre todo en la historia, la filosofía y el derecho, pero también en la economía, la sociología, la antropología e incluso la psicología. Con todas estas disciplinas la ciencia política comparte el estudio de aspectos particulares de la política, lo que también refleja la multiplicidad de contenidos, puntos de vista y perspectivas desde las cuales la política puede ser estudiada. Actualmente son pocas las dudas a propósito del estatuto científico en que descansa el estudio de la política, pero no se debe olvidar que no siempre fue así. En sus orígenes, la ciencia política se caracterizaba por un fuerte contenido normativo, representado por una forma de saber o de conocimiento cuyo objetivo consistía principalmente en proporcionar preceptos para la acción de los gobernantes y en la formulación de propuestas normativas dirigidas a corregir las disfunciones de los distintos sistemas de poder. Originalmente, el objeto de estudio de la política se concentraba no sólo en el problema del gobierno, sino más bien en el del "buen gobierno”, estableciendo así un nexo con la tradición aristotélica de la política, según la cual el Zoon Politikon busca no sólo asociarse políticamente con otros hombres, sino también vivir bien, es decir, conforme a las leyes. Desde este punto de vista, el campo de la política era analizado sobre todo por la filosofía política. Hoy, la ciencia política se ha transformado de manera radical, trasladando su objeto de estudio a un conjunto complejo de análisis metodológicamente conducidos, concentrándose en el estudio empírico de "lo que ocurre” en la política y preocupándose sólo de modo indirecto de aquello que "debe ser” en la política. Por lo tanto, la primera distinción analítica que es posible formular es entre ciencia política y filosofía política. Esta distinción hizo posible dar un paso adelante en la definición del objeto de estudio de la disciplina. El análisis de la política evolucionó desde las “ciencias políticas” (en plural) —un vasto campo de estudios disciplinarios que consideraba a la política desde diversos puntos de vista— hasta la actual denominación, que, si lo queremos ver con exactitud, no es ciencia política sino ciencia de la política.

La tendencia hacia el estudio científico de la política continuó su desarrollo con el impulso que recibió en los países anglosajones poco después de la segunda Guerra Mundial, en donde también encontramos una serie de autores que han ganado el estatuto de "padres fundadores”. La referencia es sobre todo a Charles Merriam y Harold Lasswell. Podemos decir que la ciencia política ha seguido un camino no ayuno de desafíos y obstáculos. Recordar los orígenes de una disciplina es importante porque de la experiencia podemos extraer interesantes claves para la interpretación de los nuevos tiempos. Hoy, la ciencia política ha concentrado sus esfuerzos de investigación en la identificación de una gama de problemas que van desde el análisis de las formas políticas organizativas a través de las cuales los hombres históricamente han desarrollado sus actividades políticas hasta el análisis de los procesos de instauración, consolidación, funcionamiento y transformación que dichas instituciones políticas han experimentado. No por nada el amplio y complejo campo de los estudios sobre los modelos del cambio político es uno de los más prolíficos dentro de la ciencia política, sin olvidar los estudios acerca de las modalidades a través de las cuales los ciudadanos, grupos y movimientos colectivos buscan influir en las decisiones políticas, la distribución de los recursos y la definición misma de los valores que caracterizan a un determinado régimen político. Todas estas temáticas integran hoy un campo que se ha revelado prometedor para nuevos desarrollos en el estudio científico de la política.

México cuenta con una larga tradición de estudios acerca de la política. Algunos consideran que las reflexiones en torno a lo político surgen ya desde el México prehispánico (Meyer y Camacho, 1979). El panorama de la reflexión politológica revela que mucho de lo que hoy se discute en esa materia tiene sus orígenes en una larga tradición de pensamiento que parte desde el México independiente a principios del siglo xix (algunos estudiosos de la política de este periodo fueron Francisco Javier Clavijero y fray Servando Teresa de Mier), pasando por la lucha política que se llevó a cabo entre conservadores y liberales (sobre todo Lucas Alamán y Luis Mora). Con el régimen de Porfirio Díaz la historia habría de seguir siendo la arena favorita para debatir las alternativas políticas (aquí se destacan los trabajos de Justo Sierra y Andrés Molina Enríquez). Posteriormente, la Revolución mexicana imprimió cambios notables en la forma y las modalidades del análisis político. Hay también quien afirma que los estudios políticos de la época se orientan sobre todo a la justificación del carácter "revolucionario” del naciente régimen.

Los análisis propiamente dichos de ciencia política se desarrollarán en México sobre todo durante los años sesenta. En efecto, sólo después de la segunda Guerra Mundial florece en México el análisis empírico de algunos aspectos sociales que se relacionaban con la política. Para que esto ocurriera fue necesario que previamente se establecieran los primeros institutos de investigación académica en la materia. En 1951 se crea la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, entre cuyos objetivos se encontraba la enseñanza y difusión de la disciplina. Una característica de la ciencia política en México, y que los diferentes estudios resaltan, es que nace marcada por una preocupación orientada más a las necesidades de la administración pública que al desarrollo de nuevos conocimientos "politológi- cos” dentro del ámbito académico. Las concepciones políticas derivadas del marxismo y que lograron hegemonía en el mundo universitario durante buena parte de los años setenta y ochenta tampoco constituyeron un estímulo suficiente para el desarrollo de nuevos métodos aplicables al estudio empírico de la política en nuestro país. Esto es explicable si recordamos que, si algo proponía el marxismo, a la luz de la asimilación de la política al Estado, era justamente el final de la política. Por lo tanto, ése fue un periodo en el cual la reflexión sobre ciencia política en México se aisló de otros desarrollos. que se llevaban a cabo en distintas latitudes y ámbitos del conocimiento. Al margen de estudios verdaderamente excepcionales, como las teorías del desarrollo político y de la modernización política que apasionaban al mundo anglosajón, los desarrollos teóricos y científicos de otros países tuvieron poca resonancia en la comunidad de politólogos mexicanos. No obstante los obstáculos, paulatinamente se han sentado las bases para un cambio cualitativo en el estudio científico de la política en México.

El equilibrio que requerimos en el desarrollo de la ciencia política en México debe considerar los siguientes criterios: a) el grado de institucionalización académica existente; es decir, el lugar que la disciplina ocupa dentro del trabajo científico, así como en la estructura institucional universitaria; b) la elaboración de una pe- riodización más precisa que elimine los excesivos "alargamientos temporales” y establezca con claridad los momentos clave en la elaboración teórica y en el desarrollo del estudio empírico de la política en nuestro país, y c) la difusión y el desarrollo de la ciencia política en el ámbito regional. Para proyectar la ciencia política mexicana hacia el siglo xxi, requerimos un crecimiento teórico y crítico, y una afinación creciente de los métodos y técnicas de investigación, así como de un incremento en las capacidades para identificar soluciones a los problemas políticos. Por cuanto hace a la ciencia política mexicana, aún debemos escapar de las fatídicas predicciones formuladas por diversos estudiosos en los lejanos setenta, quienes afirmaban: “no parece que entre los investigadores mexicanos exista un preciosismo teórico, más bien se peca de lo contrario. En realidad —sostienen refiriéndose a los politólogos— nuestras debilidades más evidentes son otras, muy relacionadas con el dilema permanente de tener que escoger entre la investigación y la práctica política, concluyendo que frente a estos dilemas lo normal es que se acabe en una vida semiuniversitaria, semigubernamental o semipartidis- ta" (Meyer y Camacho, 1979). El tiempo ha demostrado cuánta razón tenían dichos autores. Muchos de los obstáculos que hoy existen para el pleno desarrollo de una comunidad científica plenamente articulada en México encuentran su explicación en estas prácticas.

Líneas de investigación y debate contemporáneo

Durante los años noventa la ciencia política en México ha fortalecido su presencia en el ámbito de las ciencias por la calidad de su produción académica y porque ha sido capaz de interactuar con numerosas aportaciones provenientes de universidades extranjeras. Una numerosa bibliografía ha acompañado este florecimiento de estudios e interpretaciones en el México contemporáneo. Encontramos trabajos que abordan aspectos importantes de nuestra realidad política, que representan cuidadosas codificaciones para el análisis conceptual de la política permitiendo la consolidación de la disciplina. Se proponen modelos de clasificación de las formas organizativas, los procesos, las funciones y estructuras, que permiten identificar los elementos distintivos de los nuevos fenómenos políticos. En los últimos años, la ciencia política en México ha conocido una diversificación de campos de estudio y de métodos de investigación. Actualmente, es posible afirmar que, como disciplina, la ciencia política ha conquistado un lugar relevante dentro de las ciencias sociales, con espacios crecientes en la estructura académica y con una función propia en la sociedad. Estos desarrollos se han producido en consonancia con las transformaciones de la política en todos los campos, y esto obliga a una constante revisión crítica de los instrumentos de análisis. Los tiempos parecen maduros para realizar un "balance” de los estudios realizados en los diversos sectores de la disciplina. La evolución de la ciencia política ha sido motivada, en buena medida, por la creciente demanda de estudios que expliquen las transformaciones del espacio público, así como los desequilibrios que caracterizan a muchos países. Los problemas mencionados revelan que el análisis político no puede improvisarse, sino que requiere una rigurosa preparación para afrontar el estudio de los nuevos desafíos. Por lo tanto, es necesario estimular la reflexión y el debate no sólo dentro sino también fuera del ambiente académico. Aún falta mucho por hacer en términos de conceptualización, teorizaciones y metodologías. La relación entre las fases analítico-descriptivas y las teórico-cognoscitivas requiere una visión más profunda acerca de la complejidad de la vida política moderna. El análisis de la política no debe limitarse sólo al estudio de los aspectos de "operacionalización empírica", sino que debe abordar nuevos problemas en relación con los procesos decisionales, las elecciones y la arena pública, la función de los partidos y los procesos de renovación de la clase política. Es necesario expandir las fronteras de la disciplina, y para ello se requiere una pluralidad de fuentes, modelos y formas de conceptualización. Los rápidos y profundos cambios en los distintos regímenes políticos y en la sociedad obligan a la ciencia política contemporánea a un examen crítico de sus instrumentos tradicionales de análisis a partir de los cuales la disciplina se ha constituido y consolidado.

Durante los últimos años, la ciencia política mexicana ha conocido un florecimiento de estudios y de investigaciones que han contribuido a renovar considerablemente enfoques, campos y métodos de trabajo. Esto se observa también en el desarrollo de nuevos nexos entre la teoría política y la ciencia política. Desde el lugar de una disciplina marginal que ocupó a fines de los sesenta y durante los setenta, la ciencia política mexicana se ha impuesto como un campo de estudiqs de las ciencias sociales de primer plano. El desarrollo de la disciplina se inscribe en el contexto más amplio de las nuevas temáticas que es posible identificar en relación con la política. Hoy, la ciencia política no se encuentra caracterizada por líneas de investigación uniformes o por una sola teorización. Por lo tanto, uno de los elementos que caracterizará a la ciencia política durante los años venideros es precisamente el pluralismo de los enfoques, de las técnicas y de los métodos de investigación. Es necesario subsanar las marcadas carencias en el campo de la "especulación teórica”, y es aquí en donde la comunidad científica mexicana debe concentrar sus esfuerzos. En el desfase que aún existe entre teoría y ciencia política ha pesado la tradición "hiperfactua- lista” de estudios sobre política provenientes del mundo anglosajón. La "cuantomanía” —como Sartori llama a este culto al dato— ha llevado a la disciplina hacia una actitud poco predispuesta a la teorización. La existencia de una "avalorabilidad” mal interpretada ha terminado por debilitar la capacidad reflexiva y la fuerza propulsora que es necesaria para enfrentar los nuevos problemas políticos. Los desafíos de la ciencia política se relacionan con el futuro de la democracia después de la crisis y fragmentación del comunismo histórico como ideología y sistema de instituciones políticas. A pesar de la desaparición de esta forma política, la confrontación se mantiene entre la posibilidad de "mayores libertades” y la necesidad de una "mayor igualdad” entre los individuos. Esta confrontación no sólo no ha desaparecido sino que se ha trasladado al campo de las democracias. Por lo tanto, es fundamental estimular el proceso reflexivo de carácter teórico para abrir la ciencia política a otras temáticas. Tiene razón Adam Prze- worski cuando afirma que la ciencia política ha estudiado muy bien de dónde nace el cambio político pero que aún necesita responder a la pregunta de hacia dónde se dirige tal cambio. El reto de la ciencia política mexicana es contribuir a la respuesta de cuál democracia debe caracterizar a ios regímenes políticos de nuestro tiempo. La ciencia política debe poner atención no sólo a la necesaria innovación institucional sino también a la reflexión de “cómo” deben ser las instituciones democráticas. Nos encontramos frente a una situación en la que aparecen nuevos dilemas, pero en la que aún prevalecen esquemas analíticos del pasado. La respuesta al problema sobre cuál es la democracia adecuada para las sociedades en transición es de gran importancia para la ciencia política de nuestros días porque representa el punto de partida para la impostergable discusión sobre el tipo, la dinámica y los alcances de las transformaciones por las que actualmente atraviesan diversos régimenes políticos alrededor del mundo. Dicha reflexión resulta vital para definir los valores y los principios, los procedimientos y las "reglas del juego” que evidencian el carácter democrático o autocràtico que en su lento desarrollo ha adoptado este proceso de cambio político. Durante el último decenio las transformaciones de la política se han caracterizado por una creciente inclinación de la población a participar activamente y por un incremento de las expectativas políticas. Es precisamente en este contexto que se han venido discutiendo, por parte de las diversas corrientes e interpretaciones académicas dentro de la ciencia política, propuestas sobre la "democracia posible” al final del siglo. El abanico de las concepciones sobre la democracia dentro de la ciencia política es muy grande y, por lo tanto, resulta indispensable distinguirlas para contribuir a estimular un debate plural entre sus representantes a partir de la crítica al supuesto —muy difundído en el mundo académico— de que los conceptos teóricos poseen un carácter convencional. Desde esta perspectiva, la discusión sobre el desarrollo de la democracia implica todavía un esfuerzo de precisión conceptual que debe ser una aportación de la ciencia política. El conjunto de problemas que deberán ser tomados en consideración y la introducción de nuevos enfoques teóricos para el análisis de la política deben permitir una renovación constante de la disciplina, evitando repetir los vicios del pasado.

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